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Desvelamos el nombre del tercer invitado de la antología

El tercer autor invitado de la antología Tic y Mujer es Alejandro Marín.

Alejandro nació en 1992 en Zaragoza y es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Como escritor, ha publicado varios relatos en antologías, como “El silencio de las estrellas” en “Crann Bethadh: una antología celta (Ediciones Freya)” o “Bosque y arena” en “Huellas de lo imposible. Antología Bestiario (Hela Ediciones)”. También es redactor en el blog de la escuela online Caja de Letras y Malazano confeso.


En el mundo “normi
Actualmente trabajas como ingeniero de estructuras, ¿nos puedes contar un poco en qué consiste tu trabajo? ¿Has notado la brecha de género? ¿Cómo crees que podríamos reducirla?
>> En mi día a día me dedico a calcular estructuras. Esto va a resultar muy aburrido, me temo, ja, ja. Sin entrar en cosas demasiado aburridas, “calcular una estructura” es decidir qué dimensiones tienen que tener los distintos elementos de acero y hormigón y cuánto acero tiene que haber dentro del hormigón para que todo el conjunto no se rompa cuando por encima o por dentro pasen personas o vehículos. Pero, ¿ves? Aburrido. Es difícil hablar de calcular cosas sin aburrir a la gente.

Respecto a la brecha de género, este es un tema peliagudo, siendo yo un hombre, me siento como si me preguntaras por el racismo, no me siento quién para responder, ¡pero vamos allá! Prepárate para una respuesta larga. El tema de la brecha de género en las ingenierías es un clásico, pero es que viene desde la propia formación, no aparece espontáneamente en los puestos de trabajo. Si uno va a una escuela de ingeniería, va a encontrar pocas mujeres, en general (sé que hay ingenierías en las que esto no sucede, antes de que venga nadie a darme con el remo). Yo he estado en 3 Universidades distintas en mis estudios y en ninguna había una más de un 25% de mujeres en clase. De hecho, en el momento en el que entré en la especialidad de estructuras, en clase éramos 20 personas y tan solo una era mujer. Evidentemente, la consecuencia de estos porcentajes es que luego haya muchas menos mujeres en los puestos de trabajo que requieren ingenieros, que en general, en todas las empresas, suelen ser puestos altos. Pero es algo lógico, si de cada 20 personas que había en mi clase en el último año, 1 era mujer… pues de esos puestos “altos”, 19 (suponiendo, claro, que todos trabajamos de lo que estudiamos), serán hombres y una será mujer. Pero en este caso no será porque el sistema fuera machista, sino porque tan solo había una mujer en clase. No sé. ¿Qué se puede hacer para mejorar esto? La verdad es que es difícil, y no sé si yo soy la persona más adecuada para responder, porque si las mujeres no se matriculan en ingeniería es porque no les interesa, sencillamente, por lo tanto, habría que preguntarles a ellas, qué tendría que tener una carrera de ingeniería para interesarles.

Tampoco pienso que haya que cambiar un plan de estudios para adaptarlo a una paridad en las matriculaciones, llegado el caso. A cada quien le interesa lo que le interesa y eso se traduce en un reparto demográfico de las profesiones. Quizá haya menos mujeres ingenieras, pero eso significa que todas las mujeres que no se matriculan en ingeniería se están matriculando en otras carreras y están copando otros nichos profesionales que no están ocupando los hombres. En esos nichos, la brecha de género será a la inversa.

En fin, como conclusión, sí, hay una brecha de género, que tiene dos patas. Una es la tradicional de base que tenemos en todo el país, heredada de siempre, de que en puestos altos debía haber hombres, y que poco a poco está cambiando, aunque aún queda mucho camino por recorrer. La otra pata es la que tiene difícil gestión, que es la escasa matriculación femenina que hay en las ingenierías. Son ellas las que tienen que dar el paso de entrar en la ingeniería, meter más cabeza y matricularse más. No sé qué es lo que tienen, conceptualmente las carreras técnicas, pero es obvio que les generan un cierto rechazo.

En cualquier caso, una solución que se me ocurre partiría desde los orientadores escolares. La labor de estos profesionales se supone que consiste en orientar a los jóvenes en función de sus aptitudes, no solo de sus gustos o apetencias. Sin embargo, todos sabemos que en muchas ocasiones lo que hacen es “quitarse el trabajo” de encima cuanto antes, instando al estudiante a que haga la carrera que más ilusión le hace. Mi pareja, sin ir más lejos, habría sido una ingeniera excelente, de hecho le gusta la ingeniería, y ahora trabaja en labores muy cercanas a ella, pero fue a su orientadora diciendo que le gustaba la química y, aunque también le gustara un poco la rama técnica y tuviera mejores aptitudes para estudiarla y ejercerla, como implicaba mayor trabajo para la profesional, simplemente la empujó hacia la química. Creo que el que los orientadores estén más concienciados de lo vital que es la labor que están ejerciendo es muy importante en este aspecto.


Como lector
Sabemos que eres Malazano hasta la médula, pero quitando “El Libro de los Caídos” y a Steven Erikson, ¿nos dirías otro libro o autor/a que siempre recomiendes o que te guste especialmente?
>> Me encanta George R R Martin. De hecho, antes de caer en las garras del malazanismo, era un fan ferviente (mis amigos dirían que enfermizo, pero ¿qué van a saber ellos? Ja, ja, ja) de Canción de hielo y fuego, tanto como lo soy ahora de Malaz. Lástima que el paso del tiempo y la ausencia de avances en la saga ha acabado enfriando esa llama. En cualquier caso, cada libro que leo de Martin me atrapa como casi ningún otro autor es capaz de conseguirlo.


Como escritor
Has publicado dos relatos a cuatro manos, ¿cómo es la experiencia de coordinarte con otro autor?
>> Pues he tenido la suerte de trabajar a cuatro manos con Carlos Calleja, con quien es muy fácil trabajar. Evidentemente no todo es siempre un camino de rosas, pero por fortuna encajamos muy bien y cubrimos con bastante eficacia las carencias del otro, nos compenetramos perfectamente.
Mi experiencia, como te digo, es casi perfecta. Aprendes de la manera de trabajar de otra persona, cómo enfoca los problemas, cómo piensa, cuál es su manera de encontrar soluciones a las tramas, Además, en mi caso, Carlos escribe tan bien que casi da manía, así que aprendo cada vez que leo algo que ha escrito conmigo.
Pero ahí no queda la cosa, que la experiencia de escribir a cuatro manos nos gustó tanto que nos liamos la manta a la cabeza y nos pusimos a escribir una novela ¡a ocho manos! Pero eso es otra historia, que será contada en otro momento 😉.


Concursos
Has sido seleccionado en varios certámenes de relatos. ¿Qué consejo le darías a aquellos que estén pensando en presentarse a alguno?
>> Que no fuercen mucho. Muchas veces nos vemos tentados de forzar mucho nuestro estilo o la temática sobre la que habitualmente escribimos para presentarnos a un certamen y probar suerte. Puede que suene la campana, sí. Pero realmente, cuanto más te alejes de lo que sabes hacer, menos probabilidades hay de que te salga bien. Y a un concurso/certamen hay que ir lo más sobre seguro posible, porque vas a estar compitiendo con un montón de gente. Y si no eres capaz de atrapar al jurado desde el mismo inicio de tu texto, igual no siguen leyendo.
Mi principal consejo es ese: que en un certamen hagas lo que sabes hacer. Por una razón muy sencilla, los rechazos, parece que no, pero pesan. Quizá uno no pesa, pero uno tras otro, sí. Y si disparas a muchos certámenes te vas a llevar muchos fracasos. Y eso me lleva al segundo consejo: mide mucho a cuántos certámenes te presentas.
En resumen, mis dos consejos serían estos: haz lo que sabes, no experimentes mucho en los certámenes (si quieres probar nuevos horizontes, nuevas voces, hazlo, pero no en un certamen); no te presentes a todo lo que veas, selecciona. Los dos consejos están orientados a reducir la cantidad de rechazos, optimizando a qué te presentas, para evitar que la marea de rechazos dinamite tu autoestima. Evidentemente, si te presentas por presentarte, o tienes una autoestima a prueba de bombas H, pues a tope con todo, claro.


Malaz
Te veo como una especie de paladín de Malaz, hasta tal punto, que ya no puedo pensar en la saga sin pensar en ti. Cuéntanos un poco por qué te gusta tanto y por qué deberíamos leerla todos. Has creado una comunidad Discord temática, ¿verdad?
>> Voy a hacer un esfuerzo muy grande para que esta respuesta no sea más larga aún que la primera, ¿vale? Ja, ja, ja.
A ver, por dónde empiezo. Malaz es una saga muy compleja, lo que hace de ella una saga completísima. En ella puedes encontrar, literalmente, de todo. Todo lo que puedas querer encontrar en un libro de fantasía, puedes encontrarlo en Malaz. Ese desafío que representa cada libro, esas conexiones que sabes que están ahí pero que debes buscarlas, que no son explícitas… Convierten el libro en una especie de “juego”, por decirlo de algún modo. En un juego sádico, por duro, no por sangriento, claro.
Por otra parte, y como comenté en este artículo, hay más de doscientos puntos de vista diferentes. Imagina la cantidad de personajes, vivencias, emociones… todo eso contenido en unas (no tan pocas) páginas. Es abrumador. Además, la prosa de Erikson mejora con cada libro, por lo que consigue acercarte a estos personajes más y mejor con cada uno de los volúmenes. Es paradigmático un personaje, cuyo nombre no diré, evidentemente, ni diré en qué libro ocurre todo esto. Lo presentan como en el final del primer tercio de un libro y muere como en el inicio del segundo tercio. En ese tramo tiene muy poco protagonismo, en realidad. Y no conozco a nadie que haya pasado por ahí sin llorar. Es alucinante cómo consigue vincularte a un personaje nuevo y secundario con tan solo dos párrafos. Te lo presenta, te cuenta dos o tres pinceladas de su vida y de repente, ahí estás, sufriendo por él y preguntándote cómo es posible, cuándo ha pasado eso, si hace, literalmente diez minutos no lo conocías.

Respecto a la comunidad de Discord (aquí el enlace, por cierto), sí, me di cuenta de que no había ningún “foro” o equivalente en español en el que los malazanos pudiéramos juntarnos y hablar, teorizar, resolvernos dudas mutuamente o simplemente ir comentando los libros conforme los leyéramos. Hay un foro en Reddit, pero es en inglés y también una página en Facebook, pero tiene muchas limitaciones, porque, eso, está en Facebook y tiene las limitaciones propias de esa red social. Así que estuve investigando cómo funcionaba bien Discord (mil gracias en este sentido a Ces, del Cosmere, que me ayudó un montón) y me lancé a la piscina, pensando que se unirían cuatro gatos, ¡pero ya somos más de 400! Se ha convertido en un lugar fantástico en el que la gente comenta a diario lo que le emociona de la saga, lo que quizá le ha disgustado más, cosas que no entienden… Tenemos también canales para una variedad enorme de autores, se organizan lecturas conjuntas de otros libros… En fin, que se ha creado una comunidad muy chula, de la que me siento súperorgulloso y que nunca pensé que llegaría a tanto, la verdad.


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