La primera autora invitada de la antología TIC y Mujer es Celia Corral-Vázquez.
Celia nació en Aracena en 1991 y actualmente es doctora en biología celular, especialista en bioinformática, transcriptoma y análisis de datos. También ha trabajado en el ámbito de la narrativa de videojuegos. Como escritora, ha publicado relatos independientes en antologías, como “La música de los silentes” en “Barcelona Steampunk 1880-1910 (Apache libros)” o “La otra voz” en “Visiones 2020 (Pórtico, Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror)”. También ha escrito dos novelas “Puedes llamarme Espátula (Droids & Druids)”, I Premio Droide, y “Intermnemosis (Crononauta)”, galardonada con el V Premio Ripley de novela.
En el mundo “normi”
Eres doctora en biología celular y especialista en bioinformática. ¿En qué consiste tu campo de estudio y tu trabajo? ¿Has notado la brecha de género? ¿Qué crees que podríamos hacer para reducirla?
>> Estudié biotecnología e hice mi doctorado sobre el transcriptoma (ARN) relacionado con la infertilidad masculina; a raíz de eso, me fui especializando en biología de la reproducción y bioinformática. Últimamente también he estado trabajando en la divulgación de temas científicos en el Aprendizaje Basado en Juegos.
La verdad es que, dentro de la bio, he tenido la suerte de estar siempre rodeada de científicas de todos los niveles y de trabajar en entornos en los que rara vez me he sentido rechazada o ninguneada, más allá de alguna situación de esas en las que piensas «esto no se lo dirías a un compañero». Por lo que he podido observar a lo largo de los años, creo que la brecha de género se hace más evidente en cargos con mayores responsabilidades, que siguen siendo de más difícil acceso para las mujeres y al final se produce el famoso efecto tijera. En parte, me parece que tiene que ver con cierta mentalidad arcaica que se ha ido heredando acerca de la mujer en el ámbito laboral. Aunque parezca que avanzamos, sigue habiendo mucho prejuicio sobre las mujeres en puestos de mando: siempre se nos tiende a considerar o bien demasiado dóciles o bien demasiado intransigentes. Además, entre otras cosas, nos frenan obstáculos que derivan de las desigualdades en el ámbito del hogar: las cargas extra, el rol que se nos presupone como cuidadoras y organizadoras… Creo que la solución pasa por cambiar esa mentalidad de base. Por eso me parece tan importante la representación diversa de mujeres en la literatura: es de esas cosas que nos ayudan a sembrar semillas que abran mentes, aunque sea despacio y a la larga.
Como lectora
¿Nos dirías un libro o un/a autor/a que siempre recomiendes o que te guste especialmente?
>> Yo siempre digo que «Los desposeídos» de Ursula K. Le Guin cambió mi manera de ver el mundo y la ficción especulativa. Creo que es un libro que recomendar a todos los lectores porque es fácil sacar algo valioso de él. Últimamente también recomiendo mucho «Carcoma» (Layla Martínez) por lo mismo, me parece una hostia literaria a varios niveles.
Como escritora
Has escrito fantasía, ciencia ficción, terror, humor... en primera persona, segunda, tercera... ¿Con qué género y estilo te quedas y por qué?
>> Es difícil elegir un género. Precisamente me gusta ir cambiando porque voy encontrando motivación en unos y otros. Hay épocas en las que necesito escribir algo que me haga reír sin parar y otras en las que necesito ponerme seria, serenarme y reflexionar. Otras veces solo quiero aventuras con bichos enormes, venganzas y salseo. Con los narradores me pasa lo mismo, como en «Intermnemosis», que acabé mezclando el narrador en primera, segunda y tercera persona porque me lo pedía así la historia. Lo fascinante de este caos es que muchas veces encuentras hibridaciones que nunca creíste que funcionarían, pero lo hacen.
Intermnemosis
Me ha gustado mucho la descripción que haces del proceso de transferencia de recuerdos, la manera en qué materializas algo tan abstracto como puede ser una experiencia o idea. Cuéntanos, ¿cómo articulaste ese proceso y qué hay de real en él?
>> El proceso de transmisión de recuerdos que describo en el libro (la intermnemosis) es ficticio. De hecho, toda la idea surgió de un estudio que leí, en el que se sometía a caracoles marinos a un estímulo para entrenar un reflejo por sensibilización a largo plazo; al transferir ARN de su sistema nervioso a otros caracoles, lograban que estos tuviesen el mismo reflejo ante el estímulo sin haberlos entrenado (https://www.eneuro.org/content/5/3/ENEURO.0038-18.2018.long). A partir de esta idea, la intermnemosis nació para mí como un juego especulativo: ¿cómo diseñaría yo una transmisión completa de recuerdos a nivel molecular, en caso de que fuera posible? Me puse a leer sobre cómo funciona la memoria, el diseño de fármacos, etc. Poco a poco, fui diseñando mi propio protocolo, con sus limitaciones y su alcance. De ahí vino luego el imaginar el proceso de recibir esos recuerdos en primera persona. ¿Cómo traduces un registro mental de lo vivido, con sus deformaciones, sus implicaciones emocionales y su contexto, en una mente totalmente ajena? ¿Cómo lo vive esa persona? Es más, ¿cómo lo viviría un ser que recibe unos recuerdos de un organismo diferente, con sentidos distintos, que percibe el mundo y procesa la información de otra forma? Fue un trabajo complicado de empatía ficticia, pero divertidísimo.
Nuevos trabajos
¿Puedes contarnos algún nuevo proyecto “escritoril” en el que estés trabajando?
>>Ahora estoy trabajando en una novela de fantasía de esas con un Worldbuilding extenso del que al final acabas mostrando solo la décima parte. Estoy muy motivada con ella, ¡a ver qué tal sale!
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